Al igual que Peter, toda la humanidad anhela vivir con amor y seguridad. Es algo básico que todos deseamos, pero no siempre es fácil encontrar esa paz. A menudo buscamos paz y seguridad en personas que también tienen dificultades. El mundo está lleno de muchas voces que distraen y engañan y que afirman tener la respuesta para ser felices.
Pero, como aprendió Peter, si escuchamos Su voz, la voz de Aquel que venció al mundo, cuya voz es amor puro, entonces llegamos a descubrir nuestra verdadera identidad. Podemos vislumbrar nuestro yo eterno. Sentimos nuestra nobleza como hijos o hijas de Dios. Tenemos un nuevo poder personal. Ya no nos distraen ni engañan las voces falsas. Escuchamos la única voz verdadera que sana los corazones doloridos y las almas heridas: la voz de Jesucristo.
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